Te escribo a ti.
Noche de mis días,
musa de mis atardeceres
en mañanas de prisas por tu cintura,
de metáforas que se deslizan por tus labios...
Y de recitales alegóricos por tu geografía delicada.
Quería decirte, que ayer te vi...
Poesía mía, caminabas ausente por las calles de Madrid.
Parecías Manhattan en hora punta,
y brillabas como Sídney en noches de ópera.
Sinfonía fueron tus besos,
elegante tu mirada como Viena.
Con aquella sonrisa...
Neruda hubiese escrito otros veinte sonetos de amor,
y yo alguna que otra canción desesperada...
Iluso de mi, camino entre tus huellas,
pues si todos los caminos llegan a Roma,
como he podido terminar en la acrópolis de tu belleza clásica.
Errante este cuento Disney, con aquella princesa sin corona,
pero bella como París en historias de amor y finales tristes...
Eterno tu recuerdo, sufrido este sentimiento,
por desear que siempre seas feliz...
Aunque esa felicidad no dependa de mi,
ni de estos versos que te estoy escribiendo.