lunes, 27 de junio de 2016

Dejemos la poesía para hablar de utopía

Hoy dejaré de hablar de poesía, para hablar de utopía. Suena a la vez de contradictorio, un tanto poético. Lo sé, ambos lo son. Creo que incluso, ambos caminan de la mano, como dos enamorados, como dos sueños...
"La poesía es inútil, solo sirve para cortarle la cabeza a un Rey o para seducir a una muchacha"
Leo en uno de esos libros del gran Luis García Montero. La utopía tampoco sirve para nada, dicen aquellos que ven en ella, un instrumento para cambiar el mundo. Entender la poesía, quizá sea lo más utópico que se haya intentado. Pero quien no ha jugado a entenderla... Poesía eres tú, dijo Bécquer. En un intento de esos de demostrar científicamente lo más utópico que existe.
Pero, ¿Qué no es utópico? Que sería de la vida sin sueños, sin posibles y sin esperanza. Al fin y al cabo, sin utopías.
El 26 de Junio se presentó a las elecciones la mayor de las utopías posibles. ¡Bendita utopia! Algunos y algunas, ya habréis pensando en "Unidos Podemos"... Este rojo ¿a quien va votar sino?
Pero no, no hablaba de esta confluencia, mezcla de partidos o de ilusiones. La sonrisa de un país, me parece que lo denominaba ese hombre con coleta...O ese, como se llama, el que tiene cara de niño y que parece canalizar el malestar y el descontento de la sociedad, en palabras. Y qué decir, del otro. Ese comunista al que todo el mundo caía bien hasta que se supo que podía gobernar...
Menos mal, que sé quedo en "podía" y no en "podemos". Imaginaos, un gobierno lleno de utópicos, demagogos y comunistas. Sigo buscando algún calificativo más que se haya dicho en estas últimas semanas, por alguna que otra televisión parecida a intereconomia pero con el nombre de televisión pública. ¡A sí, Bolivarianos! Venezuela, Corea del Norte, Cuba... Incluso hemos viajado en el tiempo. Hasta 1917, bueno un poco después, que todavía por esas fechas el mundo comenzaba a ser un poco más justo. Pero bueno, no nos quejemos, hemos viajado...Virtualmente, pero lo hemos hecho. Nos hemos sentido como todos aquellos jóvenes que han tenido que emigrar a Reino Unido, Alemania o Francia. En busca de uno de esos empleos que ya parecen estar reservados para Españoles.
Aunque hay que reconocer que por  un momento, la utopía parecía convertirse en realidad. Como esos sueños, tan mágicos como irreales, de los que te despiertas y te das la hostia del siglo al descubrir que era todo mentira. Sigo sin hablar de Podemos, no adelantéis acontecimientos. Las utopías no se visten de partidos políticos, es la gente quien se viste de utopía y crea poesía. Salen a las calles en busca de un mundo mejor, gritan, corren...
¡Sí se puede, sí se puede! Oigo en una calle céntrica de Madrid, Génova creo que se llama. Al fondo, en un balcón, una trama de corrupción estalla de júbilo, como si una revolución acabase de triunfar. La revolución de la corrupción, de los sobres en B, de los aeropuertos sin aviones, de los recortes, de la ley Mordaza, de la LOMCE y los desahucios.. En vez de la revolución de la gente.
Y es que ayer, casi 7 millones y medio de Españoles firmaron un pacto contra las clases más vulnerables, la educación pública y la sanidad.
"La revolución me introdujo en el arte, y a su vez, el arte me introdujo en la revolución" dijo un tal Albert Einstein. Sin embargo, creo que a día de hoy, es España. No hay nada más revolucionario que hacer cumplir nuestra propia constitución. Una constitución que ha sido incumplida numerosas e  inimaginables ocasiones, pero que sin embargo todavía queda algún que otro político. Que regresa a ella para dar lecciones de democracia. Democracia, que deriva del término griego demos, que significa pueblo. Y cratein, que significa gobernar. Ahora me pregunto, cuando el pueblo dejo de gobernarse. Por qué democracia, no significa depositar una papeleta en un recipiente cuadrangular cada cuatro años. Democracia, es mucho más, quizá sea como la poesía o las utopías, que al fin y al cabo nadie es capaz de explicar. O quizá, sea una mezcla de ambas a la que todavía no se la ha sacado partido. Y es que, un buen poema, hay que leerlo varias veces, incluso analizarlo detenidamente hasta que consigues entenderlo, disfrutarlo e incluso enamorarte de él. Yo no me voy a rendir, no lo haré. Seguiré defendiendo la mayor de las utopías, para que algún día deje de serlo. Y así, algún día la mayor de las utopías se convierta en la poesía más bonita que se haya escrito. Trato de utopía algo que no debería de serlo, justicia social, igualdad, en resumidas cuentas, un mundo más justo...
Ayer estábamos muy lejos, hoy lo seguimos estando. Mañana puede que estemos más cerca de conseguirlo. Sé que algún día, España despertará. Espero que no sea demasiado tarde, para que la revolución se vista de poesía. Y el utópico, en el poeta que siempre siga soñando...