Bellos cabellos libres y rosadas mejillas
marcadas por el estupor de este silencioso crepúsculo.
Anhelo naufragar cual velero,
mientras surco las profundidades oceánicas de tus labios prohibidos.
Marinero guiado por el brillo de tus ojos,
atraca en el puerto de tu sonrisa,
mientras yo muero, ya sin alas, cayendo en la orilla del olvido.
Desde el puerto del recuerdo, le grito a la luna,
esa misma que nos vio nacer, hoy nos verá morir.
Fuiste la princesa de mi reino, pero hoy este reino en ruinas,
fluye por el río desembocando en el mar de las dudas.
Ausente, roto, perdido en el juego de tus besos, yo caí rendido.
La melancolía se apodera de mi alma,
para pedirte que naveguemos juntos por la inmensidad del destino.
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