Te quise tanto que de tanto quererte no te quiero,
pues te quiero como a nadie quise.
Fue efímero, pero largo resulto ser el olvido,
pues tras la oscuridad de esta historia marcada a fuego lento.
Ardiente por dentro, pero fría por fuera,
esconde el mas puro y fiel de los tesoros.
A medida que en el bosque me adentré,
viajante ciego no supe ver al lobo que se escondía entre la noche,
imaginaba como podría ser un atardecer de la mano de la luna,
o un amanecer sin sol, pero con el brillo de sus ojos.
Sus manos me cegaban,
sus labios susurrando ensordecían aquel momento mágico pero fugaz
que hizo que todo cambiara, sin cambiar nada,
y que consiguió que fuéramos todo, sin ser nada,
muchos lo llamaran ingenuidad, yo lo llamo amor.
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